miércoles, 23 de noviembre de 2011

noticias

El 5 de julio de 2002, Argelia festejará sus cuarenta años de independencia. Antes, el 12 de enero de 2002, se cumplirán diez años de la suspensión de la segunda vuelta de las elecciones generales que supuso el final de una breve etapa de liberalización política y el comienzo de una auténtica guerra civil que ha causado más de 110.000 muertos y ha alienado irremisiblemente al pueblo argelino del régimen que lo gobierna. Y, sin embargo, durante los años sesenta y setenta, Argelia era todo un modelo a emular para el Mundo Arabe y, más en general, para todo el Tercer Mundo. ¿Qué ha pasado?
Lejos de disfrutar de una "soberanía otorgada" -y a menudo hipotecada- por las potencias coloniales, como tantos otros países del Tercer Mundo, Argelia ganó su independencia mediante una sangrienta guerra civil (1954-1962) en la que Francia, como potencia colonial, no escatimó brutalidades de todo tipo (un millón de muertos, dos millones de internados en campos de concentración y 500.000 refugiados).
Además, durante su primera década de independencia, la República Argelina Democrática y Popular fue un paradigma de convivencia entre una sociedad moderna y plural y una tradición islámica a la que no se renunciaba, todo ello reforzado por los indudables avances sociales: emancipación de la mujer, derechos de los trabajadores, escolarización universal (1973) y asistencia sanitaria y medicamentos gratuitos (diciembre de 1973), precios populares para los productos básicos de consumo y construcción de infraestructuras urbanas. Este Estado de bienestar embrionario se sustentó en la explotación de los recursos del petróleo, que daba a Argelia los medios para garantizar la autonomía a la que aspiraba e incluso de financiar un proceso de industrialización sumamente ambicioso.
Por si no fuera suficiente, en la escena internacional Argelia -representada entonces, como ministro de Asuntos Exteriores, por el actual presidente Abdelaziz Buteflika, un fino diplomático- apostó firmemente por la consolidación del Movimiento de Países No Alineados, mostró su solidaridad con numerosos movimientos de liberación nacional en otros países del Tercer Mundo y lideró el movimiento en defensa de un nuevo orden económico internacional que culminó con la Conferencia de la UNCTAD de 1974 y una reunión del Movimiento de Países No Alineados celebrada en febrero de 1975 precisamente en Argel (que ya había acogido otro año y medio antes, en diciembre de 1973).
En poco más de una década, en 1988, Argelia era un país a punto de la quiebra económica que se vio obligado a renegociar una deuda externa que le asfixiaba y aplicar un duro programa de ajuste estructural que originaría un rápido deterioro de las condiciones de vida de la población y el cuestionamiento del modelo de reparto de la renta del petróleo que había existido hasta entonces. Ante las revueltas populares que se registraron en el mes de octubre de ese año, el régimen del partido único reaccionó con una apertura política que pareció cristalizar en un proceso de transición a la democracia, y de profundización de las reformas económicas para pasar de una economía de planificación central a una economía de mercado, como sólo un año después empezaron a hacer tantos otros países en transición de la periferia Este de la Unión Europea.
Diez años después de la brusca interrupción de ese proceso mediante la suspensión de la segunda vuelta de las elecciones legislativas, en enero de 1992, el Gobierno argelino se enfrenta a una rebelión generalizada de su pueblo, pues eso son las revueltas de la pasada primavera. Lo que resulta aún más revelador: Argelia figura como estudio de caso de la mayoría de los proyectos internacionales de investigación sobre los "Estados fallidos" , y nadie se atreve a descartar los escenarios alarmistas sobre su futuro, que van desde las perspectivas de un estallido social hasta la victoria final de los islamistas, pasando por una "sudanización" -alianza para el reparto del poder entre islamistas y el Ejército- o una "colombización" -pérdida de control de parte del territorio a manos de la guerrilla- del país.
Lo más grave no es que pueda hablarse de la década perdida -o más bien ominosa- para el desarrollo y la democratización de Argelia -los dos santos y seña de cualquier proceso de transición-, sino que la situación se encuentra enquistada, sin un proyecto político claro ni por parte del régimen militar ni por parte de la oposición islamista, y con una población en ebullición que no permite hacerse ilusiones sobre las perspectivas de estabilidad de una zona tan próxima y sensible para Europa. Los errores políticos se han acumulado, y las diferentes dimensiones de la problemática argelina se han ido sedimentando hasta tejer un conflicto poliédrico, en el que las fracturas se van superponiendo en nuevos estratos que hacen cada vez más difícil una solución que dé respuesta a todos los problemas.

viernes, 18 de noviembre de 2011

ARGELIA

Nombre oficial: republica argelina democratica y popular
capital: argel
area (km): 2,381.741
poblacion (hab): 35,539.444
costas (km): 998
puertos: argel, annaba, oran
division politica: 48 provincias
unidad monetaria: dinar argelino
idioma (s): (oficial) arabe (no oficiales) frances y dialectos bereberes
fiesta nacional: 1 de noviembre, dia de la revolucion
gentilicio: argelino/a
hora oficial: GMT +1 (normal/verano)
miembro de: ONU, LIGA ARABE, UA, OPEP, UMA, BAD